Nacida en la Patagonia argentina y formada en Buenos Aires y en Ámsterdam, Amalia Pica vive y trabaja en Londres. La situación política y social vivida en su país de origen durante la dictadura militar (1976-1983), cuando miles de personas fueron encarceladas y asesinadas impunemente debido a su disidencia política, marcó su acceso al arte y su posicionamiento. Sus instalaciones, esculturas y proyecciones plantean cuestiones en torno al lenguaje, la comunicación y la participación comunitaria, siempre puestas al servicio de la protesta social. Pica se esfuerza en distanciar la protesta de la conflictividad y la violencia, con obras que incorporan la fiesta y la celebración colectiva. Construidas con un acentuado cromatismo y con materiales aparentemente simples, los elementos que utiliza conectan directamente con el imaginario universal de la fiesta. Así, confeti, banderolas y otros elementos supuestamente pobres catalizan un marcado carácter reivindicador de justicia social. Pica incorpora también la matemática de conjuntos para construir metáforas sobre la comunicación, la represión y la experiencia compartida.