La segunda parte de Y de pronto ya no había más orilla deja atrás la exploración de lo húmedo para prestar atención a las posibilidades, texturas, sensaciones y remanentes de lo árido, la sequía y lo desértico. Las obras aquí reunidas, realizadas por artistas de distintas geografías y generaciones, invocan las representaciones de un territorio seco para elaborar sobre la memoria social del continente, la sostenibilidad medioambiental y la transformación del paisaje.
Los efectos de la desertificación y la reducción de la diversidad en el planeta aparecen en varias obras en donde el cuerpo se fusiona con la tierra. Otras piezas llaman la atención sobre la explotación, la contaminación y los efectos de las políticas extractivas. En el imaginario popular, el desierto es percibido como algo carente de vida, lo cual ha permitido a la mirada colonial proponer que la única función de este lugar es permitir la expansión del capital. Pero lo desértico invita a redefinir la idea misma del habitar y permite imaginar formas distintas de comunicación humana y más-que-humana. Finalmente, otro grupo de obras se dedica a honrar el balance y la reciprocidad con el mundo natural: una relación simbiótica entre múltiples formas de existencia y de conciencia.
Artistas: Juan Castillo, Eugenio Dittborn, Regina José Galindo, Sheroanawe Hakihiiwe, Patrick Hamilton, Voluspa Jarpa, Enrique Jezik, Juan Pablo Langlois, Carlos Leppe, Antonio Pichillá, Alejandra Prieto, Christian Salablanca.