Las fronteras estáticas de los territorios producen y delimitan identidades, creando dos realidades separadas: una interior y otra exterior, un nosotros y un ellos. En este sentido, el territorio impone a través de sus fronteras rígidas un orden artificial en aquellos lugares donde existe indeterminación y confusión, del mismo modo que la identidad intenta imponer categorizaciones artificiales a la fluidez y heterogeneidad de la existencia. ¿Qué implicaría acoger nuestra realidad anárquica y avanzar hacia una forma de subjetividad que trascienda las fronteras rígidas? ¿Cómo se vería un territorio sin fronteras: una tierra de nadie? ¿Y cómo se manifestaría estéticamente esta complejidad?
Esta exhibición reúne a doce artistas latinoamericanos que examinan la identidad a través de nociones como la clase, el género, la etnicidad y la raza. Doce artistas que examinan cómo las identidades son construidas y, en muchos casos, cómo les han sido impuestas, y que a través de su práctica expresan sus subjetividades individuales sin sucumbir a la universalidad o al esencialismo. La muestra presenta, principalmente, obras de dos períodos en los que la política identitaria fue protagonista en los discursos artísticos y curatoriales: los años ochenta y la época contemporánea. Éstas se despliegan en tres núcleos o categorías en las que se resaltan sus (dis)continuidades conceptuales y estéticas: Apropiaciones, Circulaciones y Cuerpo-Territorios.
El punto de partida de esta muestra es la performance de las Yeguas del Apocalipsis La Conquista de América (1989). Como en otros de sus trabajos, las Yeguas exploran aquí varios territorios a la vez (indigenismo, latinidad, identidad nacional, género y sexualidad), jugando con las rígidas nociones de identificación social que prevalecieron hasta los últimos días de la dictadura de Pinochet. A lo largo de toda su práctica, Las Yeguas crearon territorios, los dejaron atrás y establecieron otros, cambiando constantemente de forma y manifestándose desde diferentes puntos a lo largo de los márgenes. En este sentido, su obra existe en la tierra de nadie: un punto medio, que no pertenece a ningún sujeto en particular, y donde se está en un proceso constante de devenir, no de ser.